domingo, 19 de febrero de 2012

UNA CATA DE LA TERRETA

Parece que a fin de cuentas siempre acabo escribiendo con una frecuencia de cada dos meses una nueva publicación; pero como ya adelanté en entradas anteriores el estar poniendo "el resto" en el estudio de la oposición, no tengo tiempo en demasía para poder disfrutar de ratos de ocio, ya que en los breves lapsos temporales en que no estoy frente a un Código tengo mil cosas que hacer y voy por ende alargando la ejecución material de cada una de ellas.
A veces cuando pensamos en algo, tenemos la tendencia a echar la vista demasiado lejos cuando muy posiblemente la respuesta a lo que queremos o necesitamos ver, se encuentra mucho más cerca de lo que creíamos. Esta afirmación que ha sido fruto de reincidentes reflexiones en mí, me ha llevado a publicar esta entrada como muestra de que en muchas ocasiones tiendo a mirar por inercia, innecesariamente, al lugar equivocado y extrapolando esta premisa al ámbito vinícola y/o enológico, mis grandes olvidados son los vinos de la propia comarca- región en la que resido; cuando sé de buena tinta que cada uno de los que he catado, ha sido cuanto menos satisfactorio y sorprendente.
Y como para muestra un botón, esta entrada se la dedico al vino "Aitana" de Bodegas Salvador Poveda, del municipio de Monóvar, elaborado con uva 100% macabeo y en cuya elaboración, al controlar con delicada minucia la temperatura; la fermentación concluye, dejando que contenga todavía azúcares, por lo que se consigue ese sabor semi-dulce tan agradable y acertado. Posee un fino aroma afrutado y un color extremadamente pálido, por lo que se recomienda servirlo y tomarlo a 5º de temperatura para que conserve todo su potencial. Por lo que respecta a la relación calidad-precio, esta no puede ser sino calificada como excelente al rondar la botella unos 3 euros dependiendo el lugar de su adquisición y es ideal para acompañar pescados a baja temperatura, mariscos, crustáceos y ensaladas con frutos secos.
Descubierto por casualidad en una gran superficie de la región alicantina, la cata merece cuanto menos la pena, porque garantiza una segunda vez con total seguridad.
Por ello queda justificado que aunque nuestras denominaciones de origen predilectas sean otras, hay que probar los sabores originales y la variedad de vino de la tierra, para poder posteriormente apreciar lo que se tiene en casa al compararlo con el resto; porque valga la metáfora "hacer turismo es ir lejos, en busca del deseo de volver a casa" y cuando hacemos turismo enológico y regresamos al hogar, es cuando encontramos estas pequeñas cosas.
Un beso navegantes!